Promotores y detractores de las TIC.


En torno a la incorporación de los nuevos recursos tecnológicos en el ámbito escolar hay una corriente de promotores y una corriente de detractores. Y es que la creación de una herramienta nueva para un trabajo antiguo genera siempre una oposición entre la corriente de los que se fascinan con las ventajas de lo nuevo y la corriente de los que prefieren la tranquila rutina de lo conocido. Hay quienes están tan ciegamente entusiasmados con los computadores y las actuales tecnologías de la información que creen ver en ellos la nueva panacea universal. Pero también hay fanatismo en el extremo opuesto: el de los que están tan asustados por los peligros reales e imaginarios que perciben o creen percibir en estas nuevas herramientas, que promueven su total repudio. Hay fanáticos a favor y fanáticos en contra.

Una proporción importante de directivos, profesores y apoderados no reconocen valor alguno en los nuevos medios y simplemente los rechazan. Sin duda una fuente objetiva de preocupación es el hecho de que Internet —la red de computadores que abarca todo el planeta— no sólo sirve a fines honestos sino también a fines perversos. Es evidente que algunas aplicaciones de los computadores y de las nuevas tecnologías de la comunicación han desbordado ciertos cauces. En Internet conviven las universidades y los traficantes de niños, los vendedores de pornografía y los puritanos, los empresarios y los ladrones, los clérigos y los proxenetas, las instituciones del estado y los delincuentes… Los computadores han sido empleados para generar programas tan útiles como un procesador de textos y tan incomprensiblemente nefastos como un virus, que puede destruir en un segundo el trabajo de años.